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Errores comunes al decorar y cómo evitarlos

A lo largo del tiempo —entre proyectos, comentarios de familiares y pláticas con amigos— me he dado cuenta de que muchos de los errores al decorar no le pasan solo a quien “no sabe del tema”, sino que nos pueden ocurrir a cualquiera. De hecho, muchas de las cosas que hoy aplicamos en el despacho surgieron de observar (y a veces corregir) situaciones en casas reales, antes de que se convirtieran en “grandes problemas”.

 

Uno de los más comunes es comprar algo precioso sin pensar realmente en el espacio donde va a vivir. Mi tía, por ejemplo, se enamoró de una lámpara escultórica y la compró porque “no podía dejarla ir”. Cuando llegó a su casa, no solo era demasiado grande para su mesa, sino que terminó estorbando cada vez que quería prender o apagar el foco. Desde ahí confirmamos que por más hermosa que sea una pieza, hay que pensar en proporciones, medidas y funcionalidad antes de invertir.

 

Otra situación típica ocurre con quienes creen que “pegar todo a la pared” hace que la habitación se vea más amplia. Tengo una amiga que acomoda siempre sus muebles como si quisiera dejar “libre” la parte central, aunque eso le quite calidez a la estancia. En una ocasión le sugerí separar ligeramente el sofá, sumar una alfombra y agrupar algunos elementos… y aunque al inicio le daba miedo “cerrar” el espacio, todo cobró sentido inmediatamente: la casa se sintió más acogedora, sin perder amplitud.

 

Y claro, también está el tema de los colores. Durante una temporada, yo misma quise experimentar utilizando demasiados tonos, estampados y texturas al mismo tiempo. El ambiente puede verse interesante en fotos, pero vivirlo día a día generaba cansancio visual. Con el tiempo entendí que elegir una paleta base y construir a partir de ella no limita la creatividad, sino que le da dirección y equilibrio.

 

Algo que también me pasa mucho escuchar es: “Quiero que mi casa se vea de revista”. Y sí, todos amamos un espacio bien diseñado, pero no podemos olvidar que también se tiene que usar. Una conocida tenía su comedor impecable: sillas tapizadas en tela delicada, adornos preciosos… pero vivía estresada porque sus hijos pequeños “no podían tocar nada”. Ahí es donde entra el interiorismo consciente: se puede lograr un espacio estético sin sacrificar comodidad ni funcionalidad; hay materiales, textiles y distribuciones que permiten disfrutar sin sufrir.

 

El último error que veo con frecuencia es el miedo a poner objetos personales: fotos, recuerdos de viaje, piezas heredadas. Muchas personas creen que arruinarán “el diseño”, cuando en realidad son estos detalles los que hacen que un espacio se sienta auténtico. Una casa puede estar perfectamente decorada, pero si no refleja algo de quien la habita, termina pareciendo un showroom.

 

En resumen, decorar no se trata de seguir reglas rígidas, sino de tomar decisiones conscientes. Medir, observar cómo se vive el espacio, elegir con intención y no perder de vista que el objetivo principal es habitar con comodidad. Si alguna de estas historias te sonó familiar, no te preocupes: todos hemos pasado por ahí. A veces, basta con hacer pequeños ajustes para que todo comience a funcionar.


 
 
 

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